He golpeado las huellas de una tortuga
y masticado ojos de peces.
He despertado tendido en el pretil
del balcón de un hotel.
He encontrado mis gafas
aplastadas bajo un colchón.
He llorado delante de nadie
y mis ojos eran oro puro.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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