Una voz embriagante se escurre
por el infinito silencio
de la noche adormecida
Y la luna, refulgente y soberana
es su testigo...
Fluye suave, acariciante,
ejerciendo en los sentidos
una extraña fascinación,
¡Ah... cómo quisiera sumergirme
en los ondulantes sones!
Entregarme ávidamente
a sus caprichos.
Demorar el instante...
Permanecer muda, ansiosa
empapándome, deleitándome
en los acordes que se desprenden
de esa dulce melodía
que trasciende,
divagando los alados sueños
y secretamente, me avasalla,
llenando la inanidad nocturna.
Todo , todo el tiempo;
oyendo, gustando la acrecencia
de los inescapables y diversos
matices de esa voz sin rostro:
alborozada, desconcertada,
enmudecida de asombro.
Todo el tiempo...
Aquí...junto a la ventana.
ANA LOMBARDO
Publicado en el blog poetasclamor
lunes, 2 de septiembre de 2013
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