domingo, 1 de septiembre de 2013

ÁNGEL DE LA MUERTE

Un animal en mi interior anda suelto.
Sus atributos son la furia y la intemperie,
el sigilo de sus actos, los ojos en acecho.

De noche, cuando el sueño vence mis resistencias,
lo escucho merodear su celda, gruñendo,
con el olfato pegado a mi cansada vigilia,
sus músculos dotados de mil saltos contenidos,
tenaz en su ansiedad salvajemente primitiva.

Intrínsecamente obscuro, sangre en su esencia,
he visto su rencor de esclavo desear la muerte,
abrir sus fauces invisibles en mis manos,
y casi alcanzar a herir a la paloma en fuga.

Ella no entiende el rumor del espeso follaje
cuando el ángel de la muerte se aproxima.
Su ser es apenas ser, sin férreos atributos,
apenas la voluntad de continuar viviendo.
Sus alas no conocen aún la selva humana.

Salvaje cazador de las profundidades,
el látigo de un niño restalla en tus instintos
acorralando tu sed, y muriendo en cada golpe.
Mi sueño es tu más amplia libertad acorralada.

Pero quizás quiero abrir tu celda cuando lloro,
y quiero odiar la dulce mansedumbre de tu presa.
Porque no soy la paloma, sino furor y ternura,
el salto de la fiera y las plumas doradas,
un rayo despiadado y mi propia muerte.

ULISES VARSOVIA
Publicado en la revista Fuegos del Sur

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