Ahora se descubre a sí misma en una habitación amoblada con un estilo anacrónico; el sitio le resulta lejano y familiar, evocador, como una canción largamente escuchada durante la adolescencia. (Lo que desea escuchar es su voz, esa voz golpeada de tabaco que tan bien conoció, nombrándola: —Leonora.)
Las imágenes de aquel amor apasionado le despiertan la piel y un anhelo ciego la obliga a caminar la habitación, buscándolo.
¿Qué es eso negro que respira, sigiloso, sobre el busto de Palas Atenea?
—Acercate más —dice el cuervo.
PATRICIA NASELLO
Publicado en el blof patricianasello
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