Mi casa interior
tiene pies enredados de hojarasca,
raíces de arena,
conchas y barquichuelas.
Ambarinas algas
coronan su cabeza
proyectando su llama
cuando las roza del sol.
Y quiero que mi casa,
imbricada al subsuelo,
tenga nudos de herrumbre
que se eleven
con el fuste de mis araucarias
como lanzas de infinito.
Sus paredes de escamas
son el aura que guarda
y protege su centro
y es más fuerte que un buque
en noches de oleaje
pues ladrillos de agua
conforman sus muros
y su forma se adapta
al capricho oceánico.
Y mi casa interior
permanecerá incólume
a todo embarcadero
pues las agendas
no tienen copias de seguridad
ni matasellos.
Del poemario “Las hijas de Yemayá” de Inmaculada García Haro
Publicado en el blog encuentroandaluzpoesiaenlared
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Hace 18 horas
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