Bajo del taxi en The New Canaan Tabernacle.
Al sentarme huelo orines en los muros,
escucho esas viejas canciones,
arrastradas por el viento,
salir, melancólicas,
por las ventanas de Harlem.
Distingo la sombra de James Brown
cruzar la Lenox Avenue
y desaparecer entre las luces
del viejo teatro Apollo.
En otra esquina, Mingus y su bajo
me despiertan, a ese otro mundo,
soterrado y frío,
de árboles, y sogas grises,
en lugar de pájaros.
Siento el espíritu de un fugitivo
llegando al Norte, y puños al aire, lo saludo.
Respiro en Harlem, los versos libertos
de Frederick Douglass,
y Langston Hughes,
en los ojos obnubilados
del maestro
Dizzy Gillespie.
Daniel Montoly -República Dominicana-
Publicado en la revista deliteraturayalgomas
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Hace 16 horas
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