El payaso se sentó frente al espejo y comenzó a desmaquillarse. Primero la boca roja, luego las mejillas blancas y finalmente los ojos delineados en negro, y de nuevo apareció un rostro desconocido devolviéndole una mira-da triste, un hombrecito sin más, sólo un par de ojos oscuros, nariz corriente y boca desdibujada. Después de tantos años ya no recordaba su rostro original, pero una cosa era cierta: no era éste. Recogió sus cosas y salió del camerino. Mañana. Seguro que mañana, al desmaquillarse, volvía a aparecer su rostro, el que había perdido, el verdadero.
Del libro Cuentos iberoamericanos de VIVIAN WATSON (Venezuela / España)
Publicado en los Cuadernos de las Gaviotas
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Hace 34 minutos
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