martes, 30 de abril de 2013

TRAS EL POEMA


 El aliento del mar luciendo al viento,
apenas hay pieles sin su maquillaje,
el ancla de un amor amoldada a mi mano
y el mascullar de la olas al trote
de una carcajada adolescente sin freno
huyendo la cabalgadura de las sombras.
Un verso podría dejarse en la orilla
para jugarlo al ir y venir del oleaje,
sonriendo infatigable a surcarlo en arena
y conjugarlo en las alas de la noche,
flotante en el horizonte trémulo.
Ante tanta febrilidad, pesa el cuerpo,
la vasija impotente de la estrofa,
esa liturgia táctil erizando la piel
desbocando lo que nunca diremos,
tan mansamente erguido, puntual, recio,
sobrado en el cabeceo de la mar lejana.

Manuel Jesús González Carrasco

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