Tengo una herida incurable que me ha
causado la vida, es una triste batalla que
me concedió la vida, está herida maldita
que me dejó de amar y curar.
La amaba inmensamente, pero ella fue
perjura y llena de amargura y pena que
ahogo mi ilusión, por eso vivo amargado,
dando golpes por la vida y sin suerte
espero la muerte.
Para mi alma es angustia y este
pequeño corazón, que en mi rostro llevo
con orgullo el recuerdo que fue muy tuyo
y que lo llevo por mi mal realizado, me lo
hicieron por defender tu nombre con la
vida del rival.
Heridas y más heridas del tormento
pasado por la suerte que me brindaste y
defendiéndote luche, herida de mi vida
que tienen su encanto pero yo las quiero
tanto que jamás te olvidare.
Juan Alonso Nebreda
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