He sentido que alguien me miraba,
he sentido una terrible frialdad
recorrerme desde la nuca a los pies,
y no me gustó esa mirada
porque era posesiva, destructora,
porque anulaba mi personalidad,
convirtiéndome en un frágil muñeco
fácilmente manejable y desencajable.
No mira nunca de frente,
siempre esconde sus ojos negros.
Siempre está oculta en los rincones
esperando el menor descuido.
No quiero que me enamore,
ni que me bese su boca,
porque todo en ella es falso,
porque nunca sabrá amar.
Aléjate, engaña a otro,
déjame a solas con mis recuerdos,
porque tu amor me ofende,
porque tu visión me asquea.
No es mi tiempo todavía,
aún me quedan algunos años
para soñar junto al mar,
para perderme en el pinar.
No me hables que tus palabras
son halagos mentirosos
para que olvide quien eres
para que a ti me entregue.
Detente, no cruces la línea
que no me iré contigo
porque me asusta tu sombra
porque me irrita tu presencia.
Del libro inédito El beso de la muerte de JOSÉ LUIS RUBIO
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