—Se me resbaló —ha dicho ella.
Y el bebé está en el suelo de la cocina, inmóvil. El bebé. Ella. La despersonalización que te exigían a diario en el trabajo ha llegado a casa. Hoy no ha sido un buen día: has vuelto a perder los nervios. Otra vez estás en el paro, otra vez con los bolsillos vacíos.
—Lo siento —ha dicho ella.
No te ha mirado y no te mira. Y tiene ese pequeño cuchillo en la mano. Tú te preguntabas cómo ibas a poder mantenerlos sin traer un sueldo a casa. Sin un trabajo fijo. Sin confianza, sin amor propio, sin todo lo que has perdido durante estos años.
—¿Qué vamos a hacer ahora? —dice ella.
No lo sabes.
Cualquier cosa.
Cualquier cosa menos sentir alivio.
SANTIAGO EXIMENO
Publicado en la revista Sea breve, por favor
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