Enmudecidos estaban
esos labios
y una lágrima,
silente y pudorosa
temblaba en los ojos
desvelados.
Me llenaba de espanto
ese sufrir; y la espera
la desesperada, vana espera…
La parca lo demoraba
fundida en densas sombras
de agonía.
Pasaban las horas lentas
dolorosas…
Desde la ventana entreabierta
un retazo de cielo ennegrecido,
lloroso, lo miraba.
Ana Lombardo
Publicado en el blog poetasclamor
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