¿Recordarán tus muebles mi contacto,
o ellos también se arropan en olvido?
Sin hacerte preguntas, repasaba
fotos de boda, vacaciones, niños,
en sus marcos de plata, decorando
pared y sobremesa, en el recinto
del salón de los besos iniciales,
de la alcoba de encuentros clandestinos.
Sin culpabilidad, celos, o envidia,
lo mismo, exactamente, que tu anillo.
Te amaba en amplitud, mas sin apremios,
capítulo a capítulo,
forjando vida instante sobre instante,
como escribiendo un libro;
quizá una historia dentro de otra historia,
una crónica intensa, no un capricho.
Estabas tú, y estaba yo, no había
necesidad de más. Y no era efímero,
ni era superficial; Tenía al fondo
solidez de castillo.
Y hoy, volviendo la vista a tus enseres,
que guardaron sigilo,
conscientes de cada acto,
cada susurro o refrenado grito,
sobre todo el espejo con su enorme
ojo alerta de vidrio;
me pregunto qué guarda en su memoria,
de cuanto fue testigo.
Si yo volviera un día,
simple amistad, o amante renacido,
sus almas de cristal o de madera
sentirían quizá el escalofrío,
de quien desenmaraña un viejo tacto,
o un rostro conocido.
Cuánta más es mi fe en tu mobiliario
que en tu propio recuerdo fugitivo.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
No hay comentarios:
Publicar un comentario