martes, 12 de febrero de 2013

EVOLUCIÓN


Ayúdame a cambiar cuando tú cambies,
que sólo siendo afines,
las dos partes que somos
lograrán adherirse.
Las cosas permanecen invariables,
cambian nuestras ideas, por más firmes
que al forjarlas nos hayan parecido;
son espuma en las olas, no arrecifes.
La vida nos transforma
según las circunstancias lo deciden.
Ya no amas hoy como hace un mes amabas;
pues, aunque el sentimiento se resiste,
los sentidos encuadran los objetos
de forma diferente, y los percibes,
en tamaño, color, tacto, fragancia,
y musicalidad, de otros matices.
Y readaptas la mente
deviniendo otra tú. La nueva urdimbre
no es mejor ni peor, sólo distinto,
y a ella tendré que hacerme compatible.
Entenderás tu evolución volviendo
a uno de tus poblados de adoquines,
de casas medievales,
recinto amurallado, campaniles
en que aún hacen sus nidos las cigüeñas,
y las gentes deshojan vidas simples.
Verás entonces cómo fuiste y eres,
cómo el tren de los años juveniles
fue reduciendo el ritmo de su marcha
para ver el paisaje y sus matices
de color, de fragancias, de sonidos,
y el tambor cedió el paso a los violines.
Seguirás transformándote,
como todos lo hacemos. No vaciles
en aceptar los cambios,
y en observar los míos, pero sigue
acoplándote a mí, porque ambos somos
dúctiles y flexibles.

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-

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