No me digas nada, no es verdad
que sólo somos cristales en el viento.
La edad oscurece a quien no llega
a contemplar, en silencio, su vida.
No hables ahora,
mejor seguir callando,
mejor seguir mirando de reojo
a todo los que van, sin sus raíces,
muriendo en cada verso,
callando sus heridas.
Gonzalo Salesky
Publicado en la revista Nevando en la Guinea 32
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