A quienes el destino
les exige el tributo de sus noches
y les niega la gracia del amor.
Entre el estiércol de mis noches largas,
cuando la indiferencia es una mueca,
cuando musgos de muertes maniatadas lloviznan sus jadeos corrompidos sobre mi yermo lecho de cenizas,
entre muslos helados,
entre grietas,
entre desfiladeros donde acecha un hastío de risas degradadas quebrando longitudes de destierro,
desangran los eclipses agresores la esencia de este amor sin golondrinas.
Pudo ser con la luna en bandolera,
con rituales de otoños sin sonrojos,
con la complicidad de los jazmines,
con cinturas de lagos y callejas,
con ecos de campanas repetidas.
Pero fui sucesora de destierros,
locataria de extrañas pestilencias,
poseedora de harapos,
de falacias,
de fracasos,
de noches como siglos,
de esta dureza hostil de la demencia azotando caderas encendidas.
Porque me fue negada la ventura,
porque no hubo temblores ni crepúsculos,
porque mi vientre amartilló el silencio
y siempre ha sido tarde en mis relojes,
tarde
para la luz y las semillas.
Del libro A espaldas del silencio de
NORMAS SEGADES-MANIAS
Publicado en la Editorial Alebrijes
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