No hay tijeras que puedan cortar el flujo de la palabra
que se hace poema, canto y luz.
No hay quien le impida al poeta, asirse a sus musas
y descifrar los misterios que le hagan saber
las diferencias entre
los sonidos y las nostalgias.
Fruta madura es el lenguaje que lo envuelve
y transporta hacia esa dulce quimera donde todos
los signos y las formas obedecen los designios
de su creatividad.
Ya no hay albures, o interrogantes que se nieguen
a ser develados por su pluma.
Es azul la sangre que derrama en el prefacio
es pasión inocultable lo que incendia su verbo
arrasando tristezas y saudades. . .
Victoria Asís -Argentina-
Publicado en la revista A media voz 52
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