domingo, 3 de febrero de 2013

16


Quizás se necesita ser mordidos
por una abeja venenosa
para mandar mensajes
y rogarle a las piedras
que te manden luz;
por esto yo descendí
los jardines del manicomio,
por esto de noche saltaba
los recintos prohibidos
y robaba todas las rosas
y después...
antes de morir a mi día
o noche, o larga noche
de soledad ausente,
o devastados jardines
donde yo sola vivía
porque mañana estaría
muerta todavía de horror
pero la noche, oh la noche
en los jardines del manicomio
veces yo hacía el amor
con un desesperado como yo
en una gruta de horror.

Del libro La Tierra Santa de Alda Merini -Italia-
Publicado en la revista Escritoras Unidas y Cía

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