Venías calle abajo,
escondida entre tus insospechados miedos.
Ibas deprisa,
Caminando,
no parabas a mirar el vestido de gasa transparente de los escaparates,
o unos zapatos rosa con diez centímetros de tacón que te gustaban.
No dejabas que te mirara nadie,
el vuelo apagado de tu falda disipaba los suspiros.
Tu boca seria te delataba,
cruzaste al sol porque yo te llamé
y solo al verme sonreíste.
Y la calle creció un kilómetro.
Los balcones empezaron a bailotear con tu luz
los escaparates parecían preguntar
cómo fue eso,
qué fue,
qué explosión de diamantes diminutos colmó las paredes.
Qué estallido de lujuria disimulada era tu sonrisa.
Eso es lo que yo vi,
tenía que decirte.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÀNDEZ -Mérida-
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