La ciencia pudo ser el arma de tus manos,
tu instrumento. Pretexto:
La magia era tu meta,
perseguiste su sabia con la sed
de todos los desiertos,
ávido de esa luz que sólo brota
de la raíz del pozo más oscuro.
Elefante-luciérnaga,
pez que huye por tierra
con pies inexplicables,
y ese animal tan negro, tan feo, tan humano,
que gime y casi llora cuando se le acaricia.
Dime,
ante el horror del monstruo,
¿sentiste escalofríos?
¿te atormentó el placer?
¿tuviste pena?
Quizá llegaste a amar, acaso, digo,
el labio leporino de aquel pájaro
o el corazón sufriente del bicéfalo
y viste en ellos
al hijo indescifrable del dolor
con tus gafas del siglo diecinueve.
Diste a esa frente tuya que escalaba
las cumbres más nietzscheanas
un tenebroso oficio,
en ello te hermanaste con todos los poetas,
porque el monstruo
es el misterio profundo de la vida.
De Allegra Byron de
BEATRIZ VILLACAÑAS
Publicado en la revista Oriflama 17
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