Estás enamorado de ella. La amas desde que erais unos adolescentes. Salisteis una vez, pero luego ella no quiso volver a salir contigo. Decía que ella no era tu tipo, sin embargo, no te diste por vencido.
La obligaste a entrar en aquel portal y la poseíste contra su voluntad. No pudiste remediar aquellos impulsos irrefrenables, la necesitabas.
Nunca has vuelto a hacer algo así, ni a ella ni a nadie. Puedes sentir que ella te tiene miedo. Si no te denunció hace dieciséis años es porque la amenazaste y nunca se ha atrevido a hacerlo. Suficiente castigo tienes ya, amarla y no poder tenerla. Te avergüenzas de lo que le hiciste, mas te encantaría volver a tenerla en tus brazos. Esta vez sería diferente, no temblaría, no lloraría.
Sabes que actuaste mal. Darías cualquier cosa por cambiar el pasado, pero no puedes. Cada noche, te acuestas pensando que nunca te verá como un hombre sino como un monstruo. Te duermes pensando en cómo debías haberla conquistado: la habrías llevado a un restaurante a cenar. En el postre, la habrías sacado a bailar y la habrías tomado por la cintura. Le habrías dicho lo guapa que estaba aquella noche. La habrías acompañado hasta casa. No la habrías besado, no en la primera cita. Habrías esperado a que lo hubiera hecho ella. Flores por cada aniversario y un anillo de compromiso.
Sabes que es imposible hacerlo realidad. No te comportaste como un hombre sino como un monstruo.
Te encuentras absorto en tus pensamientos cuando suena el timbre.
-¿Quién es? -preguntas.
-El cartero
A continuación le abres la puerta del portal de tu casa.
Publicado por
MARÍA JOSÉ BERBEIRA RUBIO (Castelldefels) en su blog dondehabiteelolvido-airama
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