Un beso de oraculares labios
en el sumo misterio estampado,
dejado allí florecer o dormirse,
fluir por las edades y ciclos
con su carga de hermético prodigio.
Un beso de extremada carencia
depositado en la fertilidad
del polen genital, en lo oscuro
de la gestación de lo humano,
de su claridad inescrutable
prodigiosamente lumínica.
En él la apretada acumulación
de la sed enorme contraída,
de espesas noches propagatorias,
de sueños inútiles volcados
bajo la lluvia inmensa deshojándose.
Nadie detenga su raciocinio
en el follaje de los fonemas
dispersos por las lenguas de la mudez,
nadie interrogue en la piedra austera
las inscripciones de un crononauta
extraviado en las densas edades.
Dejadle con su dormido misterio
transcurrir por aguas y carencias,
dejad su destino irrevocable
cumplirse en la mudez cada día,
su oracular mensaje abrirse
y cerrarse, y continuar callando.
Ulises Varsovia. Suiza
Publicado en la revista Oriflama 20
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