Es cierto, es ya de día, ¿y a nosotros
qué nos importa? ¿Piensas levantarte
de nuestra cama? ¿Por qué, porque hay luz?
¿Nos acostamos porque anochecía?
Amor, que aquí nos trajo a pesar de la noche,
debiera mantenernos juntos pese al día.
La luz no tiene lengua, es toda ojo;
si hablar pudiera como puede espiar,
lo peor de que podría ser testigo
es de que, estando bien, querría quedarme
y de que tanto amé a mi corazón y honor
que no acepté alejarme de su dueño.
¿Te debe alejar tu trabajo de mí?
Oh, ése es el más cruel mal del amor:
el pobre, el falso, el flojo aceptan
amar con calma, no el hombre ocupado.
Quien tiene trabajo y seduce a una dama perjura
igual que un hombre casado que corteja a otra.
JOHN DONNE (1572 - 1631) Inglaterra
Publicado en la revista La Urraka 30
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