sábado, 27 de junio de 2020

¡HE ENCONTRADO A DIOS!


Cada día recorre el patio de la casa de mi madre!...
Ese patio, no es Cielo, pero allí, encontré a Dios!
No se trata de haberme convertido al Cristianismo o a la práctica Evangélica, ni ninguna otra religión clásica moderna....
Sigo con mis raíces cristianas apostólicas y católicas, enquistadas en el hogar donde nací....
Solo y simplemente, me he dedicado a observar, la presencia de Dios....
Lo he encontrado en esas guacharacas, que a diario, se acercan a mi lugar donde desayuno, toman migas de arepa y se las llevan a sus críos, en el nido...
En ese perro callejero que día tras día, rasguña el latón del portón de la calle, indicándome que está allí, presto a recibir un hueso, una porción de comida o un pedazo de pan. Cada día después de comer, Guime y me besa la mano, posando su pata en mi puño, antes de seguir, sus andanzas...
Lo veo, en los morrocoyes de mi Madre, confinados en un terreno baldío. Allí, voy a diario  a llevarles comida. Al abrir el portón los ocho morrocoyes en fila se dirigen a la entrada donde me encuentro. Me rodean y emiten su ruido característico.. Entre ellos está la morrocoya de mi hijo Rommel, traída desde Caracas, hace más de tres años.  Estoy seguro que me recuerda... Luego de comer, se me acerca y siempre, posa su cabecita, en mi chancleta... La ruñe, sin dañarla y luego se va a su refugio...
Lo encuentro, entre los pájaros que a diario, se acercan a comer migas en el corredor donde me alimento, destaca allí, un pájaro carpintero. Éste, siempre tiene un ritual específico.... Llega, come muy cerca de mi plato, sin miedo... Va y se baña en la Poza frente al corredor y finalmente, sube al árbol de aguacates y entona su clásico picoteo carpintero, oradado el tronco seco. Siempre con el mismo ritmo, como si se tratase de una nota de música.....
En esa danza naturalísima de animales silvestres, destaca una pequeña ardilla, muy peluda, con larga cola...  Desciende a diario, del mismo árbol, por la misma rama, dando los mismos saltos y luego andando en círculos hasta llegar donde está su porción de comida. Con su aguda mirada y filosos dientes, pareciera sonreír.....
Y yo tal vez loco frenético, también le sonrío....
Podría poner muchos otros ejemplos de esta muda interrelación con los animales... Donde hay una tácita y muda comprensión y un natural compartir, difícilmente visto entre los humanos mismos...
Creo que realmente hay un nexo o lazo que comunica seres de distinta especie. Y ese nexo... Es obra de Dios.....
Dios está allí, en cada ave, en cada animal, en cada miga, y porque no?.... También en mi corazón...

Cuando até todas estas historias, haciendo este relato... Lloré con una muy sensible emoción....
 y cada día, busco otras formas de ver en cada paisaje, en cada animalito silvestre, en la lluvia, el sol, la brisa, la nubes que dibujan en el cielo, el fuego que quema la maleza y también hace figuras con la humareda.... La presencia de Dios...
No se si me van a llamar chiflado y que pensar que  la soledad de este paraíso, me está afectando, pero;...
la verdad que disfruto comer solo las migas que quedan luego de compartir mi comida.... Cada vez que como, guardo los huesos en la nevera... Divido los mangos, contando los pájaros que lo deben comer...  Y tengo una olla vieja para cocinar el menú de los morrocoyes....
A veces, alguno animalito, no se presenta... Vienen a mi muchas interrogantes sobre su ausencia...
Hoy, acabo de sumar al arca, un joven culebra inofensiva,  que ha salido dos días seguidos, de la misma piedra y a misma hora de comida...
Aún tengo la duda, de cuál será su menú.... Pero, seguramente, allí también, está Dios!!

Rafael Amer Pineda -Venezuela-

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