*Poema en dos partes, la segunda con diferente métrica. He tomado versos del poemario de Almutamid, conservé su sentir para que, quien lo lea, profundice en su obra.*
En la ribera del río,
tras los juncos y las adelfas,
a la sombra de los chopos
la niña lava las prendas
El rey vaga por el sendero,
viene improvisando versos
para que su acompañante
le dé la rima al respecto.
Ninguno encuentra recurso
para salir del aprieto,
de entre las cañas, una voz
les da solución al pleito.
Qué dulce suena tu canto,
ojos fruto del manzano,
tu cuerpo rama de sauce,
¡cuántas veces te he soñado!
¿Cómo te llamas, chiquilla?
Itimad Al Rumaykiya,
de un mulero soy esclava
en tu reino de Sevilla
Ben Ammar, Ben Ammar,
síguela, mi fiel amigo,
síguela hasta su morada;
lo que te pidan, les pagas,
si hay un no, usa la daga,
que esa ninfa ha de dormir
esta noche en el Alcázar.
39
Que en tres días será casada,
sea en mi cama río de lava,
porque si ella me faltase,
la vida no vale nada.
Que la perfumen de sándalo,
la atavíen, que esté bella,
inquieto la aguardaré,
en el patio de doncellas,
Los baña la media luna;
sentados en el jardín,
con fragancias de arrayán
se declara Almutamid.
Yo soy tu señor ahora, tú mi defensa y mi amparo,
la perla de mis dominios a tu amor encadenado,
Tu felicidad sea infinita, como serán mis cuidados,
mi anhelo en cada momento es mantenerte a mi lado.
Te besaré los labios rojos palpitantes tras el velo.
Que se alejen para siempre todos tus desconsuelos
Serás aliento de mi jardín, la rosa más principal,
sorberé la miel de tu boca, tan dulce como un panal,
Si es uno de tus caprichos, contemplar Sierra Nevada,
como sería un peligro trasladarse hasta Granada,
yo sembraré de almendros de Constantina a Carmona
y desde los ajimez, verás, blanca nieve con aromas.
Vendrás a mí, náyade, vestida con túnica de cristal.
Solo la luz y mis ojos tienen licencia a mirar.
Mis palabras lloverán, acariciando tu cuerpo.
El alba me sorprenderá, en tus brazos prisionero.
La brisa del rocío te cubrirá con pétalos de rosas,
porque serán cada vez nuestras noches más hermosas.
J. M. Domínguez Portillo (Sevilla)
Publicado en la revista Aldaba 32
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