miércoles, 29 de junio de 2016
SENCILLO CANTO A LA NATURALEZA
Gracia sublime la tierra, cuando manifiesta el ardor del don natural, saliendo su abundancia colosal, evolución de incalculables milenios. Son sinuosas y abruptas formas de su suelo más viejo que el tiempo, adentro de la eternidad y el misterio, morada de la vida. Canta el viento la dicha de su hermandad con polvo y cielo de horizonte su majestad, inspirador de bellas poesías y profunda música. Eleva, consuela y enseña al espíritu observador y creador del hombre, como aquel que del silbido de los pájaros compuso “los bosques de Viena” ¡Surgieron tantas formas! Cientos de miles en su diversidad; plantas, árboles, animales, mares, ríos, montañas en su momento decisivo. Mas así se transformaron o desaparecieron en la larga noche de los tiempo que no destruye ni menos elimina, sino guarda y transforma hasta otro movimiento en claridad vespertina. No hay otra cosa de los mundos del cosmos planetario capaz de construir un pedazo de su faz, sólidos en pureza, grandeza y perfección. ¡Cuanto el ser humano se inspiraría y mejor viviría si comprendiese el sentido de sus fases naturales curativas y creativas! tal vez sea posible alcanzar la magnitud de sus riquezas en paso de material plenitud.
José Revello
(Fragmentos de: “Similitudes del tiempo”)
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