Te extrañaré, sí.
Te extrañaré en el silencio,
porque gusta a mi disgusto.
Te extrañaré y vendrás a habitarlo todo.
Y ocuparás mi ropero viejo,
mis zapatos, mi cepillo de dientes,
mi figura que se dobla y mi espejo.
Alcánzame tu voz.
Alcánzame tu vida,
porque la mía se hace pequeña y vacía,
y se apaga en cada minuto sin voz.
(Sin tu voz).
Te extrañaré a rabiar cuando me faltes.
(Tengo tu foto pegada a mi pared amarilla).
Te extrañaré con saña de extrañarte.
Te extrañaré en el silencio del silencio tuyo.
Alcánzame tus brazos y la esperanza toda,
que el juicio no libra ni justifica.
Te extrañaré en la burla del silencio, lo sabes.
Ni siquiera aquellas campanas semejarán tu sonido,
ni mis lápices traerán tu gesto dibujado,
ni todo el tacto febril devolverá a mis manos
la sutil mariposa que bailaba en tu ombligo.
Te extrañaré.
Tanto te extrañaré...
Maritza Álvarez -Valparaíso (Chile)-
Publicado en la revista Arena y cal 194
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