Hoy no tengo ganas de ser un escritor delincuente,
atiborrarme de flores del mal
ni de resumir el futuro a golpes de tecla.
Tampoco quiero pedir clemencia
entre versos y libros leídos
ni besarme los labios.
Ni siquiera pertenecer a la manada,
decir contubernio, recovecos
y hablar mal de mi vecina de asiento.
Lo mejor será forrar de algodón y seda
los renglones torcidos
y hacer huelga de brazos levantados.
Y ser la fragancia de los charcos,
la antorcha de tu parecer
y el disimulo a cara descubierta.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
No hay comentarios:
Publicar un comentario