A media voz,
como un personaje de novela
que saluda en un callejón sin salida
con dedos carcomidos,
desde el pozo de su presente
que a veces parecen los restos del día,
y como si a quemarropa
ya no te hagan gracia
las mismas estupideces de siempre
digo gracias
siempre gracias.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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