domingo, 25 de octubre de 2015
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Y las estaciones fueron lamiendo los márgenes
de la memoria, los instantes remotos y se deja-
ron caer desde el plural de un verbo incierto como
tres cerezas tristes; y apenas si hubo espacio para
escuchar el aire que arrancó del calendario las
hojas –digo, la distancia– que trajo hasta mi ori-
lla el calor de las olas del verano.
El tiempo era un gigante que regresaba a su
guarida, como el viajero que retorna a los anti-
guos paisajes que guarda entre sus párpados.
Entonces, hubo que inaugurar un nuevo corazón,
desprenderse de sabor extraño que el perdón
otorga, fingir, que no importaba, que a uno lo
hubiesen olvidado.
Del libro DEJAD QUE LA DISTANCIA SE DETENGA EN MIS OJOS” de JORGE DE ARCO -Madrid-
1º Premio, XIX Certamen de Poesía Searus, 1996
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