jueves, 22 de octubre de 2015

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Correr tras los tranvías, hacer dócil la lengua
de uno mismo, perderse entre el cielo y la nada
sacudirse la ausencia, soñar con la derrota…

Entre la nieve, Hamburgo,
con un tacto agridulce en las aceras,
más allá de los límites
que la obediencia
de un lugar me dictase,
bajo el mismo aguacero, despojado
de aquella transparencia que incendiara
la feroz alegría
de una edad sin conjuros.

Pero entonces, mi cuerpo,
como un enjambre frío, solitario
de labios y de voces,
hecho pedazos, vidrio de un color
inerte, vidrio pálido, clavado
en la boca de un río
que no manaba sangre, sino duelo.

Tantas veces surqué
la inútil
geometría del agua en los canales,
el aroma secreto de los tilos,
el mismo sabor vano del alcohol…

Inocente manera de ignorar la existencia.

Del libro DEJAD QUE LA DISTANCIA SE DETENGA EN MIS OJOS de Jorge de Arco -Madrid-
1º Premio, XIX Certamen de Poesía Searus, 1996

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