Te entregabas a mi sed de amar
y yo te recibía en sueños
donde descubrí tus angustias y esperanzas,
erguido, desafiante,
recogí el cansancio de mi amor
y solté el silencio de mi corazón
cuando mi sangre era un mundo
sembrado en tu cuerpo.
Roto por dentro...
mi cuerpo desnudo teme a la sombra
que se proyecta con el viento de tu aliento
y mi alma se clava en el color de la noche
cuando grito tu nombre
que reposa en la memoria
que habita perdida en los caminos.
Te siento mía...
porque te he sembrado en mis palabras
y sé que me perteneces
cuando nos acostamos
arropados con los versos de mi poesía
y su tinta despierta los deseos reprimidos.
Ysidro Parra -Venezuela-
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