Acaricio tu timidez
y veo el rubor en tus mejillas
y la esperanza de una sombra de alegría
se refleja en tu rostro,
de donde brotan amores e ilusiones
y sueñan encendidos corazones.
Eres la virginal tentación
que crece en tus labios y en tu boca
para gozar de la vida.
Tentadores son también tus pechos
como madrugadas de amores luminosos
donde bebo tu amor y tu pureza,
y observo en el idilio de tu cuerpo
los misterios de Dios y su grandeza.
No te cobija la fatal demencia
porque sellas voraz tu porte de inocencia.
Y tú y yo, dos amantes de locas inquietudes
de mil formas quebramos los cálices de agua
de este inquieto amor que nos consume,
y como eternos soñadores
hemos de ver la luz a través del pecado.
Y al llegar a tu vientre, pendón de tu existencia,
vivo y muero buscando, allí, en tu santo altar
¡Mi delicia y tu gloria!
Ysidro Parra -Venezuela-
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