viernes, 6 de junio de 2014

CUALQUIERA


Su acuclillada sonrisa sestea entre la barba que ralea como un toldo de panceta,
su nuez se añurga ahíta de ibuprofeno.

La luz del día, como la sombra de un hurón, culebrea entre los huecos de los dientes
que son túneles de saliva enlatada en botes de betún.

Las puntas de sus dedos son cuchillas de afeitar romas y de reseca hombría.

El cuerpo largo y pellejudo como un amor roto es la sombra de la inercia de su soledad apuñalada.

Loas ojos publican con estropajoso desdén y púbico frenesí, su danza con la ausencia del hollín de la primavera, son puñaladas traperas en un burdel.

Cualquiera, con sus luces y sombras, observa en secreto para saltar a la yugular de la almibarada alegría ausente.

GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-

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