La mejor medicina,
¡ay!, para el alma,
es siempre la dulzura;
nos da la calma.
Si alguien nos ha tratado,
¡ay!, con dulzura,
nuestros males se tornan
en gloria pura.
Para tratar al prójimo,
sé siempre amable;
que los males se curan
y es deseable
que haya paz en el mundo,
no indeseables.
Para las nuevas gentes
hay que dejarles
alas para que sueñen
con mejorarse;
y raíces bien profundas
donde agarrarse.
Eso, solo, se tiene
dando ternura;
a los niños que hoy son
la Paz futura.
Pedro Jesús Cortés Zafra -Málaga-
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