Desnuda y blanca, la una,
la campanada.
Hora de las sombrillas,
donde las playas.
Picotean en los bares,
beben cervezas,
quienes algún dinero
aún le entra.
Las gallinas pintadas
comen alúhas,
y una vieja asombrada
ensarta agujas,
para coser la sombra
que se resbala
del árbol del jardín
de las cigarras.
El reloj de la torre
repite hora
para la viejecita
que está muy sorda.
Desde la torre salen
dos mil abejas.
Tienen allí su enjambre
entre las piedras.
De allí pasan a un tronco
junto a la verja.
Cerca pasa un borracho
que ni se entera.
Pedro Jesús Cortés Zafra -Málaga-
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