jueves, 20 de febrero de 2014

DOS SANGUINARIAS GUERRAS


Dos sanguinarias guerras hay en marcha.
La más antigua enfrenta
al hombre contra el hombre
desde el alba difusa de los tiempos.

Pero hay otro combate más terrible,
más irreal, más lento, más certero:
Es la lucha irracional del hombre
contra la tierra que le dio la savia
para formar ciudades hasta el cielo.

Yo vengo a hablar por boca del herido,
del que sufre el horror, del mutilado,
de la mujer que espera, del soldado,
del suelo amenazado de exterminio.

Yo invoco la pasión y las palabras
para hablar de los golpes recibidos,
para nombrar los nombres olvidados.

Quiero ser del caballo la herradura,
del águila las garras carniceras.
Quiero tener los hilos de la araña
y el salto repentino del animal salvaje
y la tenacidad inamovible
de la pequeña hormiga.

Quiero tener la fuerza del torrente
y la elevada altura de los riscos
y el poder permanente de la lluvia.

Quiero tener las olas oceánicas,
la furia del volcán y la lava candente.

Quiero estar en la sangre de los pobres,
en la resina espesa de los pinos
y en la herida mortal del combatiente.

Quiero ser trigo, tigre, peregrino
en sendas donde no haya bombardeos;
ser eucalipto, menta, ardilla, grajo,
luciérnaga fugaz, caballo, avena,
hoja perenne, oliva, jornalero,
aroma, niña, tallo, crisantemo,
amapola radiante, gorrioncito,
y nunca, nunca, nunca
ennegrecido cráter.

SERGIO BORAO LLOP
Del poemario El horizonte traicionado


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