Quisiera,
girar sobre mí mismo
y convertido
en torbellino,
subir hasta el cielo
y permanecer allí
en un volar extasiado.
Un viaje astral,
comulgando
con el infinito.
Ser un cometa vivo.
Aire dentro del aire,
viento hecho viento.
Que mis ojos
al llegar la noche,
se conviertan en faros
de una isla desierta
y semejen ser
cuando el bajo
valle de las olas,
dos nuevas estrellas.
Bailar, en la cima
mas puntiaguda
girando y girando,
entre los cuernos,
adornos del piano
de una sonriente Luna,
siempre peonza alocada
que sin dejar
de rotar,
ahora arriba,
ahora abajo,
hacerla sentir
traviesas cosquillas.
Esconderme
en sus volcanes.
Iluminar con mi roce
místico e iluminado,
siempre al fuego
dispuesto,
como llama pura,
para dejar visible
la desnudez pálida
de su parte oscura.
Arrancar, la bandera
que le clavaron
y borrar las huellas
de la vergüenza.
Jugar, traspasando
las nubes de nieblas
y utilizar la pantalla
azul del cielo,
para con las manos
entre vuelta y vuelta,
hacer sendas y atajos
de místicos senderos.
Un celeste teatro,
la Libertad completa.
El círculo completo,
dibujado en una noria
en fotogramas
de dedos marionetas.
Volaré a ras
del desierto,
evitando parar
en los oasis frescos.
Soy, un turco derviche
y girando sobre mí mismo,
busco la esencia
de la Verdad
y el centro original
del los sucesos cíclicos.
No pudiendo
llegar mas lejos,
la he cogido de la mano
y sin dejar de girar
y con ella girando,
nos hemos ido,
entre giro y giro,
danzando la Verdad y yo,
al Cielo de los humildes,
al Oráculo de los sabios.
Miguel Rubio
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