Al son de la paciencia
peldaño a peldaño,
las heridas se disimulan.
Si yo cierro los ojos,
tu abres una ventana.
Si yo doblo una esquina,
tu saltas por encima de las nubes.
Si yo paseo entre brumas,
tu eres un día soleado.
Si yo persigo una quimera,
tu tienes los pies anclados en tierra.
Si quiero gritar tu nombre,
tu enmudeces como una piedra.
Al son de la paciencia,
peldaño a peldaño,
las heridas que dejan huella, duelen.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
viernes, 1 de noviembre de 2013
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