Allá por 1989 me ofrecieron hacer un programa flamenco en Radio Juventud de Conil, una pequeña emisora local, de un pequeño pueblo de la costa gaditana. Evidentemente por hacerlo no cobraría nada porque los recursos de la emisora eran limitados y nadie cobraba nada. Los ingresos por publicidad se dedicaban a pagar los aparatos comprados para crear la emisora. Entonces la radio aún no era municipal.
Acepté la propuesta y me puse a hablar de flamenco utilizando un puñado de discos, cintas de cassette y un par de libros. Contaba con el apoyo de la dirección que con un enorme esfuerzo me proporcionaron algunos discos más.
La aventura, pues fue una atrevida aventura, salió bien y poco a poco entorno al programa se fue agrupando una audiencia importante que disfrutaban con mis comentarios y los cante flamencos.
En la actualidad es el programa más veterano de Radio Juventud de Conil que ha puesto en antena más de 3600 programas en directo además de cientos de repeticiones.
Durante estos 20 años he vivido muy intensamente el flamenco local y he ido aprendiendo de mis lecturas, de mis audiciones y de mis charlas con gentes entendidas en la materia. Además del programa diario he retransmitido en directo mucho de los actos organizados por la Peña Flamenca Salvador Periáñez que se prolongaba hasta altas horas de la madrugada; también intenté llevar el flamenco a los alumnos de primaria y secundaria de Conil pero el intento no tuvo la continuidad necesaria. Fue una lástima porque creo que el flamenco debería estar presente en las escuelas e institutos de Andalucía no como una cosa esporádica sino como una cosa permanente. Es necesario crear afición y el mejor sitio sin lugar, a dudas, es la escuela.
He pasado 20 años hablando flamenco y posiblemente pase algunos más pegado al micrófono intentando desde las ondas crear afición para mantener latente la llama de un cante extraordinario cien por cien andaluz y que probablemente sea declarado patrimonio de la humanidad.
Hay una canción que dice que dice que 20 años no es nada pero para mí han sido 20 años muy importantes porque he aprendido a amar una música increíble, mágica, con la que podemos rezar, reír, llorar y hasta pensar.
Ahora 20 años después creo que mereció la pena afrontar el reto pero aún no está todo hecho. Hay que seguir trabajando duro para captar a las nuevas generaciones.
JOSÉ LUIS RUBIO
Revista poética Azahar, nº 133
Hace 7 horas
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