Ante la inmensa llanura del jable,
Ante el ebrio cascabel de tus ojos de cielo,
Con los latidos empastados por el sabor de tus labios,
Apoyando mi amada boca sobre el techo inocente de tus mejillas,
Mas en tu boca morir eternamente besado mientras mitigo la belleza de tu nombre,
Amada mía...
Mi mar de tibios latidos,
Mi hartazgo de medianoche de pómulos suaves y ventilados,
Corazón de almendras dulces y uvas tintas,
Odre de miel por boca,
Mas sola tú eres mi única acrobática cuerda de mis deseo,
Mi única estrella en un verso,
Donde mis nerviosos labios juegan en el lunar a la izquierda de tu ombligo,
Y mi lengua corre en estampida hasta el huracán de tu sueño blanco,
Flor encarnada y pura,
Donde ya mis ganas de hombre emprender la ruta a la crisálida de tu rajado y húmedo monte,
Donde ya la ciudad de tu mar de espumas surge debajo de mi puente,
Como mano hambrienta que desemboca en la bravura de tu golfo,
Mientras en el frontispicio de tus senos mis labios te escriben desvelos,
Mas a tu lado estaré cuando estalle la rosa y las lunas acuchillen de placeres tu vientre.
Ricardo Martín Lemes -La Palma-
Compartido por Ana del Pozo
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