miércoles, 19 de junio de 2019

EL VIENTO SE DESNUDÓ


Se desnudó el viento, bailando sobre ti, frente al espejo; pero tus ojos no lo vieron. Se desnudó, se quitó su traje claro, almidonado de nubes y azul de cielo.
El viento se desnudó para acercarse a ti; para poner su cabeza en tu pecho; tus ojos no lo vieron, pero tus pezones lo sintieron; endurecieron.
Y se movía en la cama, temblando sobre ti, el viento, llenando de placer tu cuerpo. Que temblaba sin sosiego bajo esa lengua que cantaba, que te lamías, que te besabas; como si fuera manzana limpia, desde adentro.
Se desnudó contigo, su cuerpo, frente al espejo, sin que tú lo supieras. Rodeándote, cayendo sobre ti; y los sintieron tus vellos, tus poros, que bebían, libaban de ese amor; de todas sus experiencias de viajero. Que traía toda su antigua practica de hombre mujeriego. Y con manos de experto, con practicados dedos hacia temblar tu cuerpo.
No traía gafas, ni sombrero, ni bufanda, ni maleta de viajero; pero traía fragancias extrañas, desconocidas, desde lejos. Traía exóticas y extrañas noches y sensaciones nuevas de antiguo viajero nunca conocidas por tu cuerpo.
Se desnudó frente a ti; pero tus ojos no lo vieron. Pero como surtidores en tu piel, estalló el placer en ti;
cuando cayó sobre tu cuerpo, como si tuviera mil manos, como si de miles de bocas y de labios solamente estuviera hecho.
Se desnudó sobre ti; tus pezones lo sintieron. Y cuando puso su cabeza sobre ti, en tu pecho, sus cabellos; pero tus ojos cerrados por el placer no lo vieron.

Rafael Pérez 

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