Donde, brilla y resopla, la ballena
gris cruzando este oscuro mar a nado;
donde vivir, en un reloj de arena,
tiene el sabor del tiempo y lo soñado:
yo oí la dulce voz de una sirena
-mientras se hundía un barco abandonado-
jurar amor, bajo la luna llena,
a un hombre allí, por dios, abandonado.
Su pecho era una mar de caracola.
Sus labios rojos fueron mi bengala,
¡y dos novios -sus ojos- de la mano!
La oí bajo la luz de una farola,
donde, un labio y la lengua que resbala,
¡son la luna de un sueño de verano!
Antonio Ramos -ESPAÑA-
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