Por momentos siento que la vida ha corrido muy despacio y siento el peso de los años sobre mí...
En ocasiones, me parece que ha pasado muy de prisa,
que no he vivido lo suficiente,
y aunque mi conocimiento fue basto, nunca se termina de aprender en el existir.
Soy un viejo sí, lo soy físicamente, tengo poco más de 85 años,
mi paso es lento, mi pelo blanco,
mi piel está marchita
y mi cuerpo está encorvado.
A través de los años no sólo perdí mi juventud,
sino el amor más grande de mi vida
quién hizo crecer mi familia:
¡Mi mujer querida!
ahí fue cuando realmente conocí el dolor, la tristeza y la soledad,
la cual mitigo sólo con su recuerdo.
Cada día al dormir y al despertar
agradezco a Dios sus bendiciones
y todo lo que conocí y sigo conociendo,
por la tecnología que me sigue sorprendiendo
y por aquellos años tan lejanos que aunque difíciles, fueron hermosos.
Aunque mi senectud está marcada
siento que llevo la juventud dentro de mí,
¡Amo a la vida! y lo que me rodea!
me gusta ayudar y sentirme útil a pesar de mí lentitud.
Estoy rodeado de juventud,
mis nietos, mis bisnietos, sus amigos y sus compañeros... Me agrada charlar con ellos,
y saber cómo piensan...
Y saco a conclusión de que es una juventud distinta, distinta a mi mocedad.
Una juventud un tanto diferente, con prisas, con demasiado estrés y en algunos casos,
con un libertinaje que equivocadamente llaman libertad.
Hay algo que no comprendo de ellos, y es su música,
aturde mis sentidos y no entiendo
¡Ni puedo disfrutar!
¿Será acaso mi edad?
¡No lo sé!
sólo sé que mi música,
aquella en la que casi siempre se hablaba de amor es tan distinta...
Hoy ya soy viejo sí...
Pero alguna vez también fui joven...
tan joven como tú...
Karo Alan -México-
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