A la magia que derrochas tras el visor
de tu cámara y tu sonrisa siempre dibujada,
a ti amigo Alberto Román.
Pareciera que estás bordada
en las alturas como cada noche,
como cada madrugada cuando
adormecida iluminas mi rostro.
Hoy, tras la espadaña de mi ciudad,
fotografiaron tu cara angelical.
Tan blanca y tan pura como
la nieve que gira y danza
sobre los cerros que no están.
Tu perfil se bebe las estrellas
y, la veleta de la torre, siente
sed de la fuente que susurra
una melodía de cristal nítida y serena.
Raíces tiene mi tierra de tu vientre.
De noche te haces tirabuzones
y te ondulas en el espacio,
observo tu desnudez preciosa,
me miras a veces recelosa.
¡Ay mi luna entre la espadaña y la veleta!
Nunca sabrás lo que inspiras a
esta aprendiz de poeta.
Juana Campos Cortés.
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