Jesús fue arrestado, se le hizo juicio, fue crucificado,
sepultado y resucitado - se pone de pie de nuevo.
Y al tercer día resucitó Jesús, conforme a las Escrituras,
después que lo crucificaron, lo ungieron y lo enterraron
en una tumba nueva entre sábanas blancas.
La prominencia de María Magdalena y otras mujeres
visitan tu tumba
y la encuentran vacía, un domingo de madrugada,
ellas son testigos oculares de la muerte de Jesús,
quienes quedan asombradas por no verlo en el sepulcro.
Dios resucitó a Jesús entre los muertos
y antes de ascender al cielo
para sentarse a su diestra,
se apareció a muchas personas,
y no lo reconocieron;
tampoco sus discípulos que estaban en el Cenáculo,
lo reconocieron.
Y Jesús podía ser visto, tocado y podía comer.
Jesús tuvo que invitar a Tomás que pusiera
sus dedos en los agujeros de sus manos y de su costado
para poder creer la aparición de su Maestro.
Cristo bendito, mueres por nuestros pecados
y si tú no hubieras resucitado
vana sería nuestra predicación
vana sería nuestra fe;
y si tú no resucitaste, vuestra fe sería vana,
aún estuvieras en nuestros pecados.
Jesús, y los que durmieron en ti, todos perecieron
porque somos más dignos de conmiseración
de todos los hombres.
Con tu muerte y resurrección, Señor Jesús
nos salvas y nos redimes
al expiar nuestros pecados.
Los que duermen en el polvo de la tierra
serán despertados,
unos tendrán vida eterna
y otros, tendrán vergüenza y confusión perpetua.
Rosa Elizabeth Chacón León -Perú / Estados Unidos-
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