Sentado en témpanos de hielo observo triste el opaco gris del cielo. Inquieta una estrella se evade de mis besos y mis lágrimas caen mutilando los versos.
Las manos apretadas estrujan el universo. La desolación es desierto de pena y de muertos. Miro esa estrella que es brillo nítido e intenso. Su belleza soberbia. Causa de un daño inmenso.
Porque tu eres la estrella de mis sueños. Que voló muy alto y detuvo mi vuelo. Que enterró mi vida en árido suelo. Y tronchó mi alegría en un eterno duelo.
Melodías suaves confunden mis silencios. Las palabras son voces que no dicen nada. La niebla me aterra. No se lo que pienso. Y puñales y gritos profanan mi alma.
Tan solo en el mundo en auxilios destruido. Lloro esperanza, ilusiones y desafíos. La sangre bulle. ¡Y tengo tanto frío! Que Dios es un símbolo. ¡Y un dramático caos... Lo mío!
Cómo no estar triste si de mi lado te fuiste. Sin decirme adiós. Llena de amor. Dulcemente. Soñabas la vida. Nuestros hijos. Pregonabas tu suerte... Mientras detrás se reía la zozobra y la muerte.
... Sigo sentado empapado el cuerpo y el alma de dolor. No tengo fuerzas. Se desangra el corazón. Cierro los ojos. Aumenta mi pasión. ¡Mi desesperación!... Y lloro tu ausencia... ¡Y llora el amor!
Eduardo N. Romero -Argentina-
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