Como sombra me esfumo
sin tocar apenas
el suelo que en fragmentos
resquebraja,
mi reflejo implorante
hasta tu puerta
y naufrago en el mar
de tu mirada.
Me evaporo en silencio
hacia tu cama,
como alma en pena
fugitiva,
un frío mortal recorre
mis espaldas
y en mi pecho se clavan
mil espinas.
Tu vuelo lúgubre
me respira, me alcanza,
tiembla mi carne ardiendo
pues no percibo
tu roce suave
y tu figura tan amada,
despierto
y tú no estás conmigo.
Otra vez mi sueño extraño.
Mi sueño roto.
Dónde te busco,
dónde eras mío.
Hoy no te tengo,
no tengo nada
sólo soledad,
mortaja... y olvido.
Isabel Domínguez Castro -México-
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