martes, 19 de diciembre de 2017

REFLEXIONES PARA NO MORIR


Yo no quiero un diciembre con las personas encendidas, mis queridos, yo quiero todo el año encendido y no solo un mes.
No soy amiga de celebrar rutinas ni ritos que convierten al hombre en competidor de banalidades.
Ojalá pudiera verlo competidor, si, pero de valores; aquellos que esconde tan en el fondo de su ser, que es imposible encontrarlos.
Me defrauda quien grita "feliz Navidad" sin saber todo lo que significa.
Para algunos, la Navidad es luces, turrón, comilonas que les ponen enfermos, alcohol a tope, gritos, consumismo, uvas, discotecas a todo volumen, y todo aquello que solo el mundo nos ofrece y se queda en él cuando nos vamos.
El espíritu está asqueado de estas gentes y huye despavorido al encuentro del ángel guardián para pedirle cuentas de su pupilo.
¡A cuantos de nuestros benditos ángeles custodios habrán abroncado por nuestra culpa!
No sabemos escuchar sus consejos ni seguir rectos por el camino que nos muestran y así, en vez de ser castigados nosotros, son ellos los que, avergonzados, han de recibir palabras de oprobio.
Pero el alma, que todo lo ve, que a todos inspira y a la que casi todos ignoramos, guarda en su memoria eterna todos nuestros actos y cuando nos abandona, al final d nuestro camino terrestre, nos da la nota de la que no podemos zafarnos.
Ay, queridos...¡Cuanto nos queda por aprender a todos! Y ¡Que poco caso hacemos de aquellos que desprendidos del mundo y toda la miseria que hay en él, tratan de unir y enlazar los corazones en el pulso de la eternidad!.

Carmen Azparren Caballero -Zaragoza-

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