Una vocación de temprana exigencia, le llevararon a asumir por sí mismo criterios literarios muy definidos sobre autores de alto nivel lírico, que lo llevaron a un auténtico compromiso de la palabra escrita.
Hace unas semanas, pocas, publiqué en Mundiario una crónica sobre la rica y culta prosa de inédita de Cavafis, vertida al español recientemente por Biblioteca de Literatura Universal de. La alta calidad del poeta griego Cavafis significó mucho para el desarrollo creativo de su compatriota Stratís Tsircas, quien descubre tras el emocional encuentro entre ambos su línea maestra, con la que el joven poeta se convierte en un mito de la narrativa griega. Stratís Tsircas es el pseudónimo de Yanis Jartsiandreas nacido en El Cairo en 1911. Su origen social es de una humilde familia griega que emigró a Egipto hacia finales del siglo XIX. Originario de la Isla de Imbros huyeron al país de las pirámides para evitar ser llamados a filas por el ejército otomano. Stircas se sintió durante toda su agitada vida un refugiado; puede que esta situación para el niño en una geografía convulsa, lo llevará a tan temprana edad a ir tomando conciencia de la realidad en que vivía sin olvidar sus raíces griegas.
El alma guía fue Cavafis a quien dedicó un trabajo de investigación que le ocupó cinco años. Claro concepto de compromiso. Muestra ejemplar de la pasión dedicada a la vida de tan influyente poeta, al que conoció personalmente en 1927. Existencia compartida en dos estadios, la literatura y la política. Esta última de constante monólogo e interrogaciones internas, soportando el duro enfrentamiento dialéctico frente a sus compañeros del Partido Comunista Griego, que supuso esa disyuntiva entre política ortodoxa y elevada cultura de libre criterio. Clásico enfrentamiento entre el concepto estalinista de la literatura de clase y la libertad que exige toda creación y pasión literaria de calidad.
Ioanna Nicolaidou autora de esta excelente edición señala que “Ciudades a la deriva (Cátedra Letras Universales) no es una autobiografía, al menos, no lo es más que cualquier otra si se reconoce que la línea la autobiografía y la ficción es a menudo borrosa o si aceptar que toda escritura narrativa, de una u otra manera, tiene como fondo una (re)escritura del yo, o una suerte de auto traducción de las experiencias propias”. Esta es la manera de poder definir la trilogía divida con los títulos: El Club, Ariagni y Bat, en las que transcurre todo el trágico proceso durante Segunda Guerra Mundial. Tras la ocupación de Grecia por la Alemania nazi, que significó la heroica y gran importancia por parte de las brigadas griegas en el exilio contribuyendo al esfuerzo bélico aliado en Oriente medio en tres ciudades, Jerusalén, El Cairo y Alejandría en las que transcurre tan palpitante historia, que envuelta en la ficción relata todo el desarrollo histórico cabalgando sobre un ritmo apasionado de lucha contra el fascismo en tres ciudades con el Partido Comunista Griego desgajado del estalinismo.
Ciudades a la deriva espacio de encuentro “entre historia y ficción, una novela-río de múltiples dimensiones, personajes, voces y miradas” en la que se muestra el papel de la literatura en la construcción de la memoria histórica. La pregunta “sobre si era este el mundo por el que se llevó a cabo la guerra contra el fascismo”, con la intención comprometida del autor de despertar el interés necesario en el lector para adentrarse en su trama.
Ya señala al principio de esta crónica cómo el principal protagonista se interroga a sí mismo “Uno puede entregarse en cuerpo y alma a una causa justa, puede vivir y respirar por ella y solo por ella, y sin embargo no estar engañándose a sí mismo” Otro, en algún lugar de su interior, no cesa jamás de soñar, de hacer proyectos, de gozar o de sufrir, independientemente del ideólogo, casi a escondidas de él. Una obra maestra por la que no pasa el tiempo y seguro que aquellos lectores exigentes que la conozcan se sentirán afortunados consigo mismo.
Francisco Vélez Nieto
Publicado en MUNDIARIO
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